Hoy, como ayer, mañana como hoy,
y ¡siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno,
y ¡andar..., andar!
Moviéndose a compás, como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia, del cerebro
dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándolo sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer..., y todos ellos
sin goce ni dolor.
¡Ay!, a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir...
¡Amargo es el dolor; pero siquiera
padecer es vivir!
-Gustavo A. Bécquer-
martes, 18 de enero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)